Esta mañana, mientras paseaba junto con mis tres tesoros iba sumida en mis pensamientos, intentando procesar una información recientemente recibida.
La “solución” llegó a mi mente en forma de imagen.
Una planta que había crecido en una rendija de la acera.
La planta no solo había sido capaz de encontrar su sitio para manifestarse, sino que ademas había crecido, había sacado su flor y, contra todo pronóstico, lucía hermosa. Ahí estaba manifestándose y ministrando su fortaleza.
¿Cuántas veces en nuestra vida nos hemos visto aprisionados, como la planta, al límite de nuestras posibilidades y hemos pensado que no podríamos seguir adelante?
El artículo continúa