Sí, por fin encontré lo que andaba buscando.
Encontré ese trozo que había perdido de mi misma al no amarme y respetarme.
Encontré el respeto profundo hacia mi ser, la aceptación de mis defectos y el amor a todos y cada uno de estos.
Encontré la solución a los problemas que acumulaba constantemente.
Encontré mi fuerza, mis ganas de vivir, mi deseo por cambiar.
Encontré que las respuestas a mis interrogantes estaban en las cosas más pequeñas de la vida cotidiana.
Encontré un trozo de mi ser divino esperando a ser despertado.
Por fin me encontré a mi misma.