Cuando aprendí a sonreír me di cuenta del tiempo que había desperdiciado sin mostrar mi mejor cara al mundo.
Cuando aprendí a sonreír, afronté los problemas de una manera más positiva pues dejaron de asustarme los miedos que atormentaban mi mente.
Cuando aprendí a sonreír, descubrí que el pasado que siempre me había arrastrado con él desaparecía por completo.
Cuando aprendí a sonreír vi que mi vida era perfecta tal cual estaba, debía aceptarla y vivirla plenamente.
Cuando aprendí a sonreír entendí que en el Universo todo es exacto, nada sucede al azar, todo forma parte de un plan divino que no alcanzamos a comprender.
Cuando aprendí a sonreír asumí mis errores como aprendizajes de vida, pues mi alma los necesitaba para crecer.
Cuando aprendí a sonreír por fin me sentí libre de ataduras mentales que imposibilitaban mi crecimiento.
Cuando aprendí a sonreír superé los atascos terrenales y me convertí en la mejor versión de mi misma.
Cuando aprendí a sonreír abrí mi conciencia a planos superiores de luz y amor.
Gracias Universo, por haberme enseñado a sonreír.